24/4/13

Game over (I)


Frío. Cortante. El sabor de ambos recorría sus brazos de norte a sur dejando a su paso un líquido viscoso que teñía su pálida tez.

Sus ojos permanecían ajenos a los calculados y dolorosos cortes, se hallaban perdidos entre un mar de lágrimas silenciosas.

Su mente estaba opacada por una densa niebla de recuerdos; todos y cada uno de ellos se clavaban sin pudor alguno en su corazón creando ríos de sangre que se vertían fuera de ella sin remordimiento alguno.

Podía sentir como su pulso disminuía a medida que los segundos transcurrían, sonreía alegre ante este hecho; porque su ansiado fin llegaba después de todo.

El sonido de la navaja creaba una dulce melodía que acompasaba los débiles sollozos que conseguían atravesar sus labios.

La cordura hacía tiempo que la había abandonado a merced de sus primitivos y despavoridos instintos.

+Para siempre.

Esas dos palabras retumbaron en sus oídos y clavó la navaja con más fiereza para que el dolor la obligase a olvidar. Ella lo único que quería era olvidar… Olvidar y huir.

Deseaba poder retroceder en el tiempo e impedir que aquellas dos palabras fuesen pronunciadas, porque aquellas dos palabras habían sido el principio de todo.

Aquellas dos palabras habían sido el comienzo de su pesadilla...



Cada poro de su piel desprendía amor. Su reluciente sonrisa iluminaba todo a su paso. Vestía un largo y hermoso vestido blanco. En sus manos portaba unas rosas rojas que se tambaleaban débilmente por culpa del nerviosismo que la asolaba.

Una gran catedral se alzaba frente a ella de forma intimidante. La joven, segura de sí misma, avanzó y traspasó aquellas puertas que cuando volviera a cruzar marcarían un punto clave en su futuro.

Samara se casó con un príncipe, pero con uno que se escondía tras innumerables máscaras.
Su verdadero yo salió a la luz pocos meses después del sí quiero.

Comenzó a decirla cómo vestir, con quién hablar… Sus celos se dieron a conocer de la peor forma posible.



El frío viento azotaba con delicadeza a la sonriente figura que permanecía apoyada en el balcón  observando atentamente cómo el sol se ocultaba.

-¿Samara?-una voz grabe clamaba su atención por la espalda. Se giró y frente a ella se encontraba Erik.

-Hola cariño-se acercó a él con la intención de besarle pero se lo impidió. La joven estaba anonadada, no sabía que había hecho para merecer tal muestra de desprecio.

-¿Qué haces en la terraza? ¿No sabes qué cualquiera te puede ver? ¡Encima con esa ropa!-Dijo secamente clavando aquellos hermosos ojos azules en los tristes y confusos de ella.

-Solamente estaba mirando la puesta de sol mientras te esperaba-su respuesta no fue de su agrado. La cogió por los hombros y la obligó a entrar en la casa.

-¿Por qué me mientes?

-No te miento, solo estaba…-no pudo terminar. Una veloz, cortante y dolorosa bofetada aterrizo en su mejilla dejándola sin habla. Esa fue la primera de muchas. Ella se conformó con un perdón y un mísero abrazo, ese fue su mayor error.


***

El próximo miércoles subiré su continuación. No la subo entera porque es demasiado larga y no quiero que os aburraís.




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